miércoles, 19 de agosto de 2009

El vino del estio - Ray Bradbury


No he leído demasiado como debería libros de Ray Bradbury. Escritor de grandes cuento de ciencia ficción, como Crónicas Marcianas, Fahrenheit, entre otros. Yo leí este hace un par de años. El vino del estío. Un libro algo difícil de conseguir. Bueno no se si esto que subo acá es un libro, podría decirse que es la representación de uno. El ideal seria poder tenerlo y sentirlo entre las manos, no hay nada mejor como sentir las hojas de los libros y olor que ellas desprenden.

"Era una madrugada tranquila. La oscuridad cubría el pueblo y se estaba bien en cama. El verano henchía el aire, el viento soplaba adecuadamente, el aliento del mundo era largo, tibio y lento.
Bastaba levantarse y asomarse a la ventana para saber que éste era realmente el tiempo primero de la libertad y la vida, que ésta era la madrugada primera del estío.


Douglas Spaulding, de doce años, abrió los ojos y dejó que el verano lo meciera perezosamente en su corriente nocturna. Acostado, sintió que cabalgaba en los elevados vientos de junio, con el alto poder que le daba el cuarto abovedado de un tercer piso, en el edificio mayor del pueblo.
De noche, cuando los árboles eran una única ola, lanzaba su mirada, como la luz de un faro, sobre enjambres de olmos y robles y arces.
Ahora...

— Oh... –susurró Douglas.
Todo un verano que atravesaría el calendario, día a día. Como la diosa Siva en los libros de viaje, vio unas manos que iban y venían, recogiendo manzanas ácidas, duraznos, y ciruelas de medianoche. Se vestiría de árboles y arbustos y ríos. Se helaría, alegremente, en la
puerta escarchada de la casa de los helados. Se tostaría, felizmente, con diez mil pollos, en el horno de la abuela.

Pero ahora lo esperaba una tarea familiar.
Una noche, todas las semanas, dejaba a sus padres y su hermanito Tom, que dormían en la casita de al lado, y subía aquí, por la oscura escalera de caracol, a la cúpula de los abuelos, y en esta torre de brujo podía dormir con truenos y visiones, y despertar antes del cristalino tintineo de las botellas de leche, y celebrar su ritual mágico.
De pie, ante la ventana abierta en la oscuridad, Douglas aspiró profundamente, y sopló. Las luces de la calle se apagaron como velas en una torta negra. Sopló otra vez y otra vez, y las estrellas empezaron a desvanecerse.

Sonrió. Apuntó con el dedo."